David M’ore
David M’ore band
Nota: Maxi Rivera
Ph: Carlos Costa (Tio Tom)
Tuvieron que pasar seis años para poder volver a ver un show de este señor pero la espera bien valió la pena. Secundado por un monstruo de las 4 cuerdas como Chris Mateos y el querido Ricky “griego” Alonso (ex Pappo’s Blues) en la batería, los que estuvimos ahí fuimos sacudidos por algo más de dos horas con un cóctel explosivo de rock y blues.
Cerca de la medianoche, y ataviado con un look bien tejano (“uno lo ve y automáticamente piensa en Stevie Ray Vaughan”, me apunta un señor que iba y venía por la pecera donde estábamos ubicados), el señor M’ore se apersonó al escenario y empezó a arengar al público ya desde la primera nota. Dueño de un timbre de voz cascada al estilo Coverdale, una strato americana y una pedalera como una nave espacial, el tipo empieza a desplegar todos sus trucos, usa la Floyd rose a full, le da al wah wah que da miedo y deja que sus dedos sean la estrella de la noche. Por momentos te olvidás de todo y te sentís como si estuvieras en el Mocambo o en el Stone Pony, por nombrar sólo un par de lugares míticos del gran país del norte. Un detalle: cuando solea no abre la boca, sino que deja ver su saludable dentadura, todo un muro perfecto que despertó la envidia de más de uno de los allí presentes.
Cada vez que puede el tipo te pregunta si te sentís bien, te arenga, te incita a que cantes estrofas sencillas plenas de “oh yeah”, mientras se lo pasa elogiando al público y a sus compañeros de escenario. La tarea del bajista y del batero por momentos se reduce a seguirlo y a no perderlo de vista, brindar un camino liso para que el anfitrión no tropiece. Pero si tiene que parar a afinar un poco, le pasa la posta a sus compañeros de banda para que la onda no decaiga, y ahí es cuando Chris Mateos toma la batuta y empieza a darle a las 4 cuerdas de su Fender Bass que da miedo. Todo un lujo.
El show fue algo así como un inmenso collage rockero en el que por momentos escuchás cosas de Zeppelin, AC/DC, Satriani, Hendrix (donde por supuesto no faltó un buen y extenso cover de Vodoo Child), Vaughan (Cold Shot) y hasta una linda improvisación del solo de Gilmour en Comfortably numb. Es un despliegue pirotécnico de todos los trucos habidos y por haber en ese cielo de seis cuerdas, una zapada interminable entre tres tipos muy grosos. Pero no fue un show de covers, sino que esas melodías que todos conocemos oficiaron de puerta de salida de muchas de sus canciones, una lista conformada por material de sus trabajos discográficos: From the other side of the rivery Passion, Soul and fire.